A mi juicio, cuando los padres no son una autoridad, cuando negocian con los hijos absolutamente todo, en ocasiones se pierden los límites y los espacios. En realidad, nunca se ha hablado tanto de la educación como en los tiempos modernos, en esta era del vértigo; por esto se multiplican las teorías pedagógicas, se inventan, se proponen y discuten métodos y medios, no sólo para facilitar, sino además para crear una educación nueva de infalible eficacia, que capacite a las nuevas generaciones para lograr un futuro en convivencia, pero sin que tengamos que saltar etapas educativas; o por el escaso tiempo que algunos adultos dedican a sus hijos y que pretenden compensar incluyéndolos en actividades de adultos.
Por esto, en esta materia, la sabiduría jurídica de la Iglesia se expresa con precisión y claridad sintética en el Código de Derecho canónico: "Los padres tienen la gravísima obligación de procurar, en la medida de sus posibilidades, la educación de sus hijos, tanto la religiosa y la moral como la física y la cívica, y de proveer también a su bienestar temporal" (CIC cn. 1113). Por consiguiente, para lograr una educación perfecta es de suma importancia velar para que las condiciones de todo lo que rodea al educando durante el periodo de su formación, es decir, el conjunto de todas las circunstancias, que suele denominarse "ambiente", correspondan idóneamente al fin que se pretende, acorde con la edad del educando, pues el niño no siempre logra hallar el lugar que le corresponde.